Verano del 2010 - Veraneando en Montevideo ...

Verano del 2010 – Montevideo tu casa (y la mía también)

Quien ya leyó anteriormente mi cuento “El eslabón perdido” puede llegar a preguntarse por qué nuevamente vuelvo sobre el mismo tema, a lo que yo podría llegar a responderle simplemente; porque volvieron mis vacaciones!! (y evidentemente tengo tiempo de sobra)
Este año en mi licencia nuevamente nos dimos el lujo de concurrir a 2 playas distintas en el transcurso de cada dia (siendo innecesario explicar el motivo por el cual no pudimos viajar y disfrutar de ningún destino Caribeño).
En la mañana, como siempre, salimos de nuestro apartamento por Francisco Vidal y a los 20 metros tomamos por Juan Maria Perez hacia la rambla, una vez en la rambla caminamos por ella hasta la escalera frente a la Plaza Gomensoro para allí bajar a “
Playa Pocitos”.
Luego en la tardecita, fuera del horario no recomendado para exponerse al sol, salimos de nuestro apartamento por Francisco Vidal y a los 20 metros tomamos por Juan Maria Perez hacia la rambla, una vez en la rambla caminamos por ella hasta la escalera frente a la Plaza Gomensoro para allí bajar a “
Merluza Beach”.
Si bien nos sentimos más a gusto en la Playa Pocitos, donde estamos rodeados de vecinos y conocidos, debo reconocer que frecuentemente el color y la temperatura del agua es más agradable en Merluza Beach.
Debido a esa importante variación en el agua, provocada por una prolongada exposición a los rayos del sol y a los cambios en las corrientes marinas, es que dia a dia, a pesar de no sentirnos a gusto entre las tribus, nos hacemos presentes en Merluza Beach.
Lo que siempre permanece incambiable en ambas playas son los vendedores ambulantes que las recorren de punta a punta ofreciendo sus mercaderías.
El primero que llamó mi atención este verano fue el heladero (probablemente porque fue el primero que paso en cuanto nosotros llegamos a la playa).
Para entender su pregonar debí exigirle a mi intelecto un esfuerzo especial. El hombre anunciaba asi; 
“Heeeraroooo!” (me molesté en escribir la “H” para no tirarlo tan abajo al vendedor, pero realmente sonaba más a “eeerarooo” que a “helado”). Su fuerte grito era luego seguido por una letanía cada vez más suave que decía asi; “san´che basito bonbon heraroo!”El “eeraro” rápidamente lo pude asociar con el tan deseable helado que el cuerpo pedía a gritos mientras uno se asaba al sol. Ya lo del “san´che” debo reconocer que me costó un poco más, pero finalmente pude descifrar el producto el cual terminé identificando como sandwiche. Una vez descifrado lo del sandwiche, lo del “basito” fue muy sencillo (vasito), al igual que lo del bonbon (bombón). Mi mente para variar se puso a divagar y a preguntarse si no sería bueno que la IMM capacitase a los vendedores ambulantes antes de la temporada con un curso acelerado de dicción (si yo no entendía un pomo, no quiero ni pensar en los pocos turistas yanquis y brasileros que se estaban hospedando en el apart-hotel de la esquina)
El heladero siguió su ruta mientras yo seguía divagando.
Queda más que claro que no gasté un mango con el heladero y no por la dicción sino basado en 2 sencillos motivos. El primero y más importante es que cuando bajamos a Merluza Beach no llevamos un peso encima para así evitar los frecuentes robos (apenas la llave del apto. y los teléfonos). El segundo motivo es que Claudia me había contado que, días antes, le compró a Tiago un helado en Playa Pocitos y mi hijo volvió loco al heladero cambiando de tipo de helado y de sabor durante más de 10 minutos (si éste era el mismo heladero con seguridad se hubiera negado a atendernos).
Unos minutos después sentí, además del ardor del sol sobre mis hombros, el monótono anunciar de otro vendedor; 
“copos, pocos, cocos” ....
Como no me quedaba nada claro lo que pregonaba giré la cabeza en su dirección para ver que producto traía este vendedor. Provisto de un largo caño plástico hueco, con múltiples orificios a lo largo del mismo para allí “ensartar” su producto el vendedor cargaba con unos “copos de algodón de azucar”. Debido al fuerte sol los copos de color rosado ya se fusionaban con la funda de nylon transparente que los protegía formando todo un “solo pegote” imposible de separar.
Esperé unos segundo más y nuevamente el vendedor anunció su mercadería: “copos, copos, pocos”
La verdad que éste era otro que precisaba un curso de dicción esponsorizado por la IMM y el Ministerio de Turismo.
Al ver los escasos 4 copos de algodón de azúcar que tenía disponibles para vender me dí cuenta de que el vendedor en realidad era muy exacto en su pregonar, y el “canto” que yo no sabía interpretar de una ... no era ni más ni menos que “pocos copos” (apurense a comprar que me quedan pocos copos de algodón de azúcar).
Finalmente estuve a punto de pararme de mi reposera para ir a disculparme con el vendedor, pero pensé que si me acercaba iba a perder demasiado tiempo tratando de explicarle que no quería comprarle copos, sino disculparme por mi apresurada conclusión.
El vendedor siguió su ruta, no conciente de mis desvarios ....
Luego de un par de zungas fluorescentes y bikinis ahogados entre pulposos sexagenarios cachetes apareció otro mercader ambulante.
Ya estaba esperando su pregonar para burlarme, pero el cocacolero que se acercaba a nosotros me asombró con una perfecta pronunciación digna de la Real Academia Española. Tan elegante era su pregonar que realmente estaba más capacitado para vender en Bikini Beach - Punta, que en Merluza Beach - Montevideo.
A los pocos minutos de alejarse el cocacolero pasó otro vendedor anunciando su oferta: 
calientitas las bolas de fraile a 3, a 3, a 3 pesitos las bolas de fraile,calientitas!”.
Pobre fraile, pensé yo, que poco valoradas sus bolas!! Con 3 pesos en una panadería no me venden ni medio croissant salado, menos una bola de fraile ...
Esta vez no me preocupó para nada la manera de pregonar, sino el producto en sí mismo ...
Con qué harina podrían preparar estos bizcochos que vendían, teniendo en cuenta que en esa venta de 3 pesos ya estaba incluída su ganancia! Supuse que si las vendían a ese precio las mismas ni siquiera estarían espolvoreadas con azúcar. Inmediatamente me vinieron a la cabeza varios informes de los noticieros sobre productos panificados hechos con dudosas harinas mezcladas con un componente químico perjudicial para la salud que permitía “blanquear” el color de la harina berreta.
El solo pensamiento de la situación me comenzó a dar retorcijones en mi estómago y debí concentrarme para no tener que volver a mi casa a fines de “pasar de lo abstracto a lo concreto”.
Ya aliviado de las presiones intestinales gracias a una larga meditación y varios mantras “Ohm” seguí tomando sol ....
Yo pensaba que ya no había demasiados productos disponibles para vender en la playa, pero me equivoqué y en la próxima media hora “fuimos visitados” por un vendedor de galletitas,un vendedor de donas, un artesano vendiendo sus anillos y caravanas, un “corredor se seguros”, y un “vendedor de tiempos compartidos”.
Al ratito, antes de volvernos de la playa, paso una pareja de vendedores. Él cargaba con la mercadería sobre un improvisado perchero horizontal y ella gritaba: 
“pareos, vestidos cortos, shorts, bandanas” (solo le faltaba Mambrú y tenía a todos los popstars completos)
Su pregonar se superpuso con los gritos de otro vendedor que venía desde la dirección opuesta con su heladerita al hombro; 
“Pecsi ... fresquita la Pecsi ...”. Esto me trajo inevitablemente a la memoria el spot publicitario argentino de Pepsi en que menciona que el 24.3%de los Argentinos dice Pecsi, y así deduje la nacionalidad de éste último mercader ambulante.
“Ensalada, ensalada”, se escuchó a unos metros nuestro. Ni giré para ver al vendedor y solo me incliné hacia Claudia para comentarle que esperaba que al menos el vendedor tuviera la delicadeza de haber previsto un tenedor descartable para cada ensalada.
Zapato!, es ensalada de frutas!!!, me respondió mi esposa. Te la venden con una cucharita plástica. ¿Cómo se te ocurre que te van a vender en la playa a esta hora una ensalada completa de lechuga, tomate u otras verduras?Avergonzado por mi falta de sentido común tuve que reconocerle que así somos los primates, y que lo primero que nos viene a la cabeza no es necesariamente algo lógico ...
Más tarde, cansados de tanto sol y de tantas compras, decidimos irnos de Merluza Beach.
Cuando ya nos acercábamos a la escalera para subir a la rambla, recostados al paredón (allí en ese lugar donde el “tufo a orines varios” es eterno como el tiempo) divisamos a una pareja.
La pareja en sí no tenía nada de especial. Lo especial era su heladerita de playa. Mejor expresado cabe decir que aquella no era una heladerita de playa, era un contenedor!! Nunca había visto nada más parecido a un freezer horizontal de 400 litros que ésto. Lo único que permitía diferenciarlo de los freezer horizontales es que éste era del clásico espuma-plast y además no tenía cable de alimentación eléctrica.
Sobre la tapa de la “heladerota” había apoyados un par de vasos y una botella de 2.5 litros de refresco. Adentro supuse que tendrian guardado lo que sobró del lechón de la cena de Fin de Año, un tupper con ensalada rusa, una bolsa de pan americano, un tupper con 250 gramos de mortadela y 150 gramos de queso de sandwiche, media sandía, 4 o 5 duraznos bien frescos, 2 bananas “Dole”, 4 helados palito (2 de frutilla y 2 de manzana), un par de cervezas de a litro, otro refresco de 2.5 litros, y un par de litros de vino blanco en tetra brick.
Evidentemente y al igual que nosotros, no pensaban comprarle nada a ningun vendedor ambulante y además (a diferencia de nosotros) pensaban pasar allí todas sus vacaciones (no se justificaba trasladar ese tamaño de freezer por unas horas, y ni siquiera por un solo dia!!)
Cuando subimos la escalera y llegamos a la rambla comencé a mirar hacia un lado y hacia otro, en búsqueda del camión/camioneta que podría haber transportado semejante contenedor (tanto mi auto como cualquier otro modelo familiar de paseo quedaban totalmente descartados)
No pude ubicar el vehículo en cuestión, y me asombré también de no encontrar a dicha pareja al dia siguiente cuando volvimos a Playa Pocitos.
O la pareja era de muy buen comer (y de una muy rápida digestión), o en dicho container traían a alguien descuartizado y estaban prontos para deshacerse de sus partes en el agua a medida que fuera cayendo la noche.
Por las dudas yo ya vengo prestando atención a los noticieros (por si informan de alguien desaparecido), y por precaución he decidido dejar de entrar al agua por unos dias.

Walter Vitureira
Primate insolado

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