La Maldición de Tutankamón - Viaje a Egipto

Viaje a Egipto - La Maldición de Tut Ankh Amón y como ésta cambió mi vida


Año 1327 A.C. – En Egipto tras solo 9 años de reinado muere el Faraón Tut Ankh Amón de 19 años de edad.
El mismo día de la muerte del joven Rey, Najtmin en su cargo de “ Supervisor de los trabajos en el lugar de Eternidad” se dispone a realizar los últimos preparativos para el inminente viaje de su Faraón.
Este importante funcionario no fue informado de una última inscripción realizada (por uno de los antiguos sacerdotes del Faraón) en el acceso a la Antecámara, y ajeno a la misma continuó coordinando el ingreso al complejo funerario de las pertenencias de su Rey.
Mientras miraba tantos tesoros no pudo evitar preguntarse:
- Para qué le servirá? ... Realmente piensa que los necesita en su nueva vida? ... Qué sentido tiene enterrarlo con tantas riquezas y pertenencias si sabemos que es muy probable que su tumba sea profanada y saqueada en poco tiempo? 
48 hrs después de su reflexión Najtmin muere deshidratado debido a una misteriosa diarrea.
Debido a la alta deshidratación de su cuerpo su familia considera innecesaria la momificación y lo entierran inmediatamente. Sin Najtmin su familia pierde status dentro de la corte y en poco tiempo quedan en la ruina.
 
Año 1922 D.C – 31 años después de realizar sus primeros trabajos en Egipto, el Arqueólogo Británico HowardCarter localiza en el Valle de los Reyes la tumba de Tutankamón (Tut Ankh Amón).
El día 25 de Noviembre Ahmed (capataz de la cuadrilla de obreros de Carter) evitando tocar el Sello Real del Faraón, trabaja con martillo y punzón sobre una inscripción lateral y logra hacer un importante orificio hacia el corredor de acceso a la Antecámara. Por los golpes parte de dicha pared se desplomó y de esa manera se perdió para siempre la inscripción/advertencia que un sacerdote hiciera casi 3250 años antes.
Excitado Carter introduce una vela por ese orificio y se asoma al otro lado. Al hacerlo se queda mudo.
Su socio y sponsor LordCarnarvon le pregunta si ve algo, a lo que Carter responde: “cosas maravillosas!”
Al finalizar el día, mientras realizaba un inventario de los tesoros encontrados, un deslumbrado Carter se pregunta:
Le habrá servido de algo todo esto? ... Realmente pensaría “Tut” que necesitaba esto en el más allá? ... Qué sentido tuvo enterrarlo con tantas riquezas y pertenencias si nosotros finalmente encontramos su tumba, la profanamos, y nos quedaremos con gran parte de sus tesoros? 
17 años y 48 hrs después de su reflexión Carter moría deshidratado debido a una misteriosa diarrea.
Su familia de alta alcurnia, intentando evitar el bochorno y la humillación pública, logro que su médico personal extienda un certificado de defunción por causas naturales. Howard Carter fue rápidamente enterrado en cementerio de Putney Vale, al oeste de Londres, en 1939.
 
Año 1996 D.C – Claudia y yo estábamos realizando un viaje increíble, algo soñado durante mucho tiempo.
Egipto nos recibió, nos abrazó, nos abrasó, y además superó ampliamente todas nuestras expectativas.
Cada día nos deslumbraba una nueva visita, un nuevo palacio, una nueva ciudad.
Durante el viaje pudimos conocer el legado de una civilización asombrosa, recorriendo desde el Gran Templo de Ramses II en Abu Simbel hasta las maravillosas Pirámides en Gizah.
Quien haya recorrido Egipto difícilmente lo pueda olvidar .... ni su gente, ni sus arenas, ni su sol.
Sol que sin piedad nos castigaba ese día mientras visitábamos el Valle de Los Reyes.
Ya habíamos pasado por la tumba de Sethy I, y habíamos parado frente a la entrada a la tumba más famosa de la necrópolis: la tumba de Tutankamón.
El cansancio se hacía sentir ya que las visitas se hacían tanto en la mañana como en la tarde y el mediodía no era precisamente tiempo de descanso (luego del almuerzo siempre era hora de “juerga y fiesta” en la piscina del crucero que estábamos realizando por el Río Nilo).
La suma del cansancio más el implacable sol nos obligó a realizar esa breve parada, justo en el acceso de la famosa tumba, parada que aprovechamos para hidratarnos con agua mineral embotellada.
Además de reponer energías, nos tomamos unos minutos para sacar fotos del cartel de la entrada a la tumba con el nombre del correspondiente “usuario” de la misma.
Mientras hacíamos todo esto tuve la poco brillante idea de ponerme a pensar sobre la tumba y sus riquezas:
Le habrá servido de algo todo esto? ... Realmente pensaría “Tut” que necesitaba esto en el más allá? ... Qué sentido tuvo enterrarlo con tantas riquezas y pertenencias si después Carter profano su tumba y se quedo con gran parte de sus tesoros? 
48 hrs después Juan Carlos (de Holiday Tours), Claudia y yo cenábamos unas fajitas y tomábamos unos Margaritas en el restaurante/cantina mexicana del Hotel Intercontinental Cairo Semiramis, a orillas del Nilo.
El local estaba lleno de punta a punta y los tres tuvimos que acomodarnos en la barra del mismo.
Entre las risas por las anécdotas de los últimos días, sentí un primer gruñido en mi bajo vientre.
La sombra de una misteriosa diarrea se cernía sobre mí y aún no lo sabia.
Ignorando el anuncio de la tormenta intestinal que se avecinaba, seguí ingiriendo la comida mexicana preparada con dudosos ingredientes árabes.
A los pocos minutos llegó la réplica del primer temblor, la cual se manifestó peligrosamente más potente.
Luego se comenzaron a suceder uno tras otro los intensos cólicos, los cuales me llevaron a quedar casi en posición fetal sobre mi banqueta. Decidí no hacer el ridículo, abandonar la posición e ir al baño.
En ese momento no relacioné mis pensamientos/reflexiones de 48 hrs. antes (frente al acceso a la Antecámara de la tumba) con lo que me sucedía.
Mi principal preocupación era no dejar sola a Claudia, expuesta a las miradas de buitres de los árabes locales que pululaban en la cantina. Nuestro amigo Juan Carlos quedó de custodio y luego de asegurarme que me esperarían juntos salí en búsqueda del baño, el cual por indicaciones del barman no se encontraba dentro si no fuera del local pero en el mismo piso del hotel.
El camino hacia el baño estaba totalmente desierto y solo se oían mis apresurados pasos repicar sobre el lujoso piso de mármol. Para cuando logré llegar a los servicios sanitarios ya mi frente estaba poblada de pequeñas gotitas y yo solo deseaba poder dar rienda suelta a mis necesidades biológicas.
Entré al baño como un viajero sediento se interna en un oasis ....
El baño era impresionante y realmente daba lástima usarlo. El lujo se correspondía con la categoría del hotel.
Sin perder más tiempo me aboqué a mi labor.
5 minutos .... 10 minutos ..... 15 minutos ... el tiempo pasaba y yo seguía peleando ininterrumpidamente ...
20 minutos ... 30 minutos .... 40 minutos ... contra cualquier pronóstico seguía peleando y resistiendo ...
Llegó un momento en el cual perdí la noción del tiempo y mi soledad en el baño no solo era física sino también espiritual. Me sentía solo, agotado, desprotegido y lejos de casa.
De pronto la voz de Juan Carlos, desde la puerta del baño, me sacó de mis delirios: - Walter estás ahí?
- ahí... ahí .. ahí ... repitió un débil eco en el baño
- Acá sigo ....(le respondí yo) .. – Pero no puedo parar!! No puedo moverme del inodoro ...
- Claudia está acá afuera conmigo. Estábamos muy preocupados porque te fuiste hace como una hora ... Decidimos pagar y salir del restaurante a buscarte ... dijo Juan Carlos con voz mas relajada ahora
- Sigan allí al firme, que yo en unos minutos voy a intentar abandonar el wc. La verdad que no sé como voy a lograrlo, pero estén preparados para salir volando en un taxi hacia nuestro hotel – respondí decidido
Minutos más tarde realicé un primer intento. No logré ni siquiera subirme los pantalones ...
Después del primer fallido intento me dí cuenta que precisaba un plan para salir airoso de la situación.
Estábamos en Cairo a orillas del Nilo, en el corazón de la ciudad y teníamos que volver a nuestro hotel en Gizah: Hotel Forte Grand Pyramids solo a 25kms de distancia!!
Por no ser previsor no cargaba en mi persona con ningún pañal geriátrico (que me hubiera venido al pelo en esta situación), pero eso no me impedía improvisar ...
Abusando de la opulencia de las instalaciones del baño, tome un rollo completo de papel higiénico y me fui armando una especie de colchón/pañal el cual interpuse entre mi cuerpo y mis calzoncillos, allí donde la espalda pierde su nombre. Me aseguré de hacerlo bien mullido, plegando capa tras capa del suave y absorbente papel y también de que ningún retazo de papel se escapara de mis pantalones por la cintura.
Apreté otro rollo bajo mi axila, me lavé las manos lo más rápido posible (enjuagando también mi cara) y salí disparado del baño ......cada segundo contaba y no podía perder demasiado tiempo
A la carrera agarré a Claudia de la mano y salimos disparados hacia el lobby del hotel.
En segundos estábamos en la calle donde no menos de cinco o seis taxis esperaban estacionados.
Las pocas fuerzas que me quedaban las estaba agotando con mis presurosos pasos y mis “reservas” las guardaba solo para el control de esfínteres.
Juan Carlos se adelantó y comenzó a hablar con el conductor del taxi más cercano.
Pensando que simplemente le estaba dando la dirección de nuestro lejano destino amagué a subirme al auto.
El taxista apoyó su mano sobre la puerta impidiendo que yo la abriera y ahí comenzaron las discusiones entre el conductor y Juan Carlos ....
El conductor gesticulaba y hablaba elevando mucho su voz, “tirando” palabras en ingles, italiano y algo en español, mientras que Juan Carlos movía y movía las manos argumentando. Mientras yo me desesperaba. Claudia se acercó a ellos y volvió rápidamente para aclararme: - Está negociando el precio. A los árabes les encanta regatear y consideran ese paso parte importante de su trabajo ...
Nuevamente con mi frente llena de perlitas casi grite: - Dejate de joderrr que pagamos lo que pida. Yo casi me estoy cagando de nuevo. No pierdan más tiempo!
Nos subimos al auto, un modelo de mediados de los 80 bastante baqueteado.
Yo iba tan blanco como el papel de mis calzoncillos, siempre respirando hondo y haciendo control mental.
El viaje hacia nuestro hotel fue una tortura de aproximadamente 40 interminables minutos.
Renombré cada pozo y cada bache de la ciudad en honor a la rama femenina de la familia del conductor, pero con orgullo puedo decir que me aguante como un Duque y llegue a destino sin usar mi improvisado pañal.
Subí a nuestra habitación apenas con el tiempo justo para entrar al baño y bajarme los pantalones ...
Retomé el tema en el mismo punto donde lo había dejado en el baño del Intercontinental, y así seguí el resto de la noche con continuos viajes desde la cama al baño y viceversa. A la intensa y misteriosa diarrea se le sumaron náuseas, algo de fiebre y un enorme agotamiento muscular.
A primera hora de la mañana, como seguía estando más tiempo en el baño que fuera de él, vino a nuestra habitación el Dr. Carlos Perez (compañero de viaje) en una visita profesional de cortesía.
Compadecido me dió unas pastillas de Motilium y Domper para tratar de aliviar mi situación.
Para ser sincero con Uds. cuando llegó el Dr. Perez en mi desesperación yo ya había vendido mi alma.
Sí, tal cual se se los cuento, a eso de las 4 o 5 de la mañana ya vencido físicamente y quebrado moralmente le juré al Faraón Tut Ankh Amón que si me perdonaba dedicaría el resto de mis días a venerarlo, y que haría de mi morada un templo de su idolatría y adoración.
En el momento, avergonzado de mi juramento, no le dije nada a Claudia y ella asumió que mi mejoría se debió a los medicamentos recetados por Don Carlos, pero yo conocía el verdadero motivo de mi recuperación.
Esa misma noche Claudia y yo dejamos Egipto en un vuelo de El Al con destino hacia Israel.
Yo me llevé en el corazón a Egipto y también dejé parte de mí en ese país (en las cloacas).
Como soy hombre de palabra, hoy mis aposentos tienen una decoración faraónica. La pieza de decoración principal, objeto de toda la atención, es un cuadro de la máscara de Tut (hecha de oro, lapislázuli y turquesa).

Datos importantes verificables:
Maldición de Tutankhamón:
La ciencia tiene varias hipótesis normalmente aceptadas; una es que en el aire viciado de la tumba habría esporas de hongos microscópicos, conservadas durante varios milenios, que aún fueron capaces de infectar a varios de los exploradores al inhalar el aire viciado.
(En lo personal estoy convencido que no es así)
Faraón Tutankhamón:
No fue un faraón notable ni conocido en épocas antiguas; el tamaño relativamente pequeño de su tumba (KV62) fue la razón de que no fuera descubierta hasta el siglo XX.
Nombre del Faraón:
Al nacer se le asignó el nombre de Tut-Ankh-Atón, que posteriormente cambió a Tut-Ankh-Amón, cuando en el ocaso de la revolución teológica de Amarna se abandonó el culto al dios Atón (volviendo al viejo panteón egipcio beneficiando primordialmente al dios Amón)
Sé que muy poco antes de su muerte, en su propia corte lo llamaban
Tut-Ankh-Agón lo que confirma totalmente la existencia de la maldición.

Walter Vitureira
Primate Faraónico

No hay comentarios:

Publicar un comentario