Sobrellevando las penurias del Trámite

El Trámite

Con bajas temperaturas, tanto la primera como la segunda vez, llegue ataviado con traje, gabardina y además mi agenda en la mano. En su momento no lo supe, pero fue mi aspecto de ejecutivo lo que me franqueo el paso sin ningún tipo de preguntas.
Con total inocencia entré, hice lo mío y salí campante ...
La tercera vez fue con clima primaveral. Vestimenta sport era lo que ameritaba la temperatura a esa hora del mediodía. Yo iba muy cómodo e informal ...
Me detuvieron en la puerta. No señor, si es para la A.F. debe realizar la fila – me dijo un guardia que bloqueaba el acceso al banco, mientras señalaba con el dedo una interminable cola que se perdía en lontananza.
Giré la cabeza en dirección a la fila y me encontré con no menos de 150 cabezas (300 ojos) que con odio me miraban pensando: “te querías colar pedazo de un sorete!”
Avergonzado por la situación, y dándome cuenta recién en ese momento que las veces anteriores me había “colado”, decidí pegar la vuelta y dejarlo para otra oportunidad (total, no había ni tanta necesidad ni tanta urgencia).
La cuarta vez, ya con temperatura estival, como yo estaba de licencia fui a media tarde (hora atípica para la concurrencia de interesados) y no existía fila alguna. Entré y salí.
Recién la quinta vez que hice el trámite fue que lo viví con las penurias asociadas a él.
Nuevamente un mediodía con temperatura estival.
Llegué y me encontré con una fila por fuera del banco de una cuadra.
Con resignación caminé hacia el final de la fila y allí me paré.
En cuestión de segundos atrás mío la fila se extendió de forma increíble, dando la vuelta a la esquina para luego perderse en el horizonte.
Yo iba preparado para esta situación, armado de paciencia y del reproductor de mp3.
Enseguida en mis oídos comenzaron a sonar los “old hits” que harían mas leve mi espera. Inmediatamente logré un aislamiento acústico que me transportó a un sitio de privilegio.
En mi planificación no tuve en cuenta al resto de mis sentidos lo que me jugó en contra.
No habían pasado 2 minutos cuando mi olfato, recordándome que él también existía, me hizo percibir un intenso olor agrio .... como a cebolla podrida para ser más exacto.
Las emanaciones olorosas que agredían a mi lóbulo olfatorio provenían de las axilas de tres individuos, compañeros de fila, ubicados inmediatamente adelante mío.
Ellos charlaban animosamente sin ser concientes de que proyectaban al exterior esa irritante nube invisible, la cual azotaba sin piedad mi percepción olfatoria.
Miré hacia atrás, pensando (inocentemente) que podría llegar a cederle el lugar a la persona que estaba atrás mío en la fila (solo era cuestión de buscar una excusa convincente ..).
Al girar la cabeza fui golpeado esta vez por un penetrante olor a queso rancio, proveniente de las patas de la gorda que estaba atrás mío en la fila. Sí, dije olor a “patas”.
Me expresé así porque aquello no eran pies. Los mismos, totalmente expuestos y “prensados” en un par de ojotas, se asemejaban más a las patas de cualquiera de los rumiantes que pastan por nuestras praderas, que a pies de un Homo Sapiens Sapiens.
Tratando de disimular el nuevo latigazo recibido volví a mi posición inicial.
Pensé en complementar mi aislamiento auditivo con un poco de apoyo afectivo, por lo que me puse a escribirle un sms a Claudia
Para ClaudiaFila de 1500 personas mínimo. Me calentás la cena si no llego en hora cielo? Besosss
Apreté “send” ... y esperé escuchando mis “old hits” ..
Hold the líne. Love isn’t always on time” sonaba la música y yo ahí balanceándome en la fila, no bailando, si no tratando de esquivar olores.
Una vibración en la cintura me sacó de mi juego de eludir olores. Me detuve entonces para ver el sms recibido:
De ClaudiaJajaja No te preocupes. Te guardo las sobras! Te amoooo
Con el mensaje recibido ya tenía el apoyo moral necesario para seguir esperando ...
Aburrido miré hacia el suelo y descubrí todas las baldosas cagadas por las palomas.
Aparentemente nadie era conciente del peligro, y si lo eran .. ninguno se veía preocupado.
Retomé mi bailoteo, pero esta vez además de balancearme esquivando olores, también trataba de realizar algún zigzag aleatorio a fin de desorientar a las palomas que desde las cornisas pudieran estar tomando puntería conmigo.
Luego de un rato de esperar la fila se movió!!!
Message in a bottle, yeah ... ” sonaba mientras yo escribía un nuevo sms:
Para ClaudiaContra todo posible diagnóstico avanzamos 35 mts. de un saque. No pude ver si los primeros de la fila entraron al Brou o si fueron eliminados por francotirador del Bps
Uno de los 3 “encebollados” de adelante mío “aleteó” un poco y nuevas emanaciones reforzaron aquella nube invisible que, por causa de los rayos del sol, se hizo más densa ...
Recibí nuevo mensaje de apoyo:
De ClaudiaLos eliminaron x feos
Intentando evadirme un poco respondí:
Para ClaudiaEsto es como la fila para las audiciones de American Idol. Me habré equivocado de lugar y estaré a punto de hacer otro papelón? 
Un poco más de sol, y las delicadas fragancias que me rodeaban traspasaron el umbral de lo tolerable. Estaba a punto de desfallecer ....
Esta vez busqué apoyo en otro argumento y se me ocurrió el económico.
Pensé: “600 pesos por aproximadamente una hora de tortura ....mmmmmm ...”
Me puse a realizar cálculos ....
Si yo ganara 600 pesos por hora ... en mi semana de 44hrs laborables ganaría $ 26.400 .... y en 4 semanas de trabajo ganaría $ 105.600 !!
Por $ 105.600 me fumo los olores que sean!! me dije a mi mismo dándome ánimo.
De pronto inesperadamente la fila se volvió a mover!!! Y se movió ... y se movió .. y se movió .... y avanzó y avanzó y avanzó!!
No lo podía creer, me emocioné profundamente y estuve a punto de romper en lágrimas (creo que me contuve por vergüenza).
Cuando ya casi estaba llegando al acceso al Brou ví parado en la vereda a un funcionario del banco, el cual “supervisaba” el ingreso, “arreando” a los infelices que hacíamos fila.
El funcionario público, que me recordaba muchísimo a Marty Feldman, a medida que pasábamos adelante suyo nos obsequiaba una mirada de desprecio, como si todos fuéramos asesinos seriales en nuestro camino al patíbulo.
Pensé que tendría tanta mala suerte como para que la fila se volviera a detener cuando yo estuviera a medio metro de la puerta ......... pero no fue así y pude ingresar al banco.
Una vez adentro, como otro funcionario nos dividió en filas (una frente a cada caja) tuve la suerte de alejarme de los tres emisores del “concentrado de cebolla” que quedaron a mi derecha en una fila paralela. A la gorda le perdí la pista.
Won’t you take me to Funkytownnnn … won’t you take me to Funkyyyytownnn” sonaba ahora en mis oídos la música de mi reproductor de mp3 ....
Ahora adelante mío estaba una señora con 5 pequeños de distintas edades, los cuales saltaban, se revolcaban por el piso y se peleaban entre ellos. Molestaban a más no poder ..
Llegué a la conclusión que solo los llevaba a hacer el trámite como “comprobante in situ” de que cobraba por cada uno de ellos (de ninguna manera podría disfrutar de su compañía).
El más chiquito de ellos se dio vuelta para mirarme.
Observé que de sus narinas colgaban sendas “velas” de un tono verde oscuro que casi casi llegaban a apoyarse sobre sus labios.
Apiadándome de la criatura, metí la mano en mi bolsillo en busca de los pañuelos ..... pero antes de que pudiera sacar la mano, sin dejar de mirarme, el pequeño sacó rápidamente su lengua y “barrió” en forma acrobática los velones, arrastrándolos hacia su boca.
Instintivamente desvié la mirada y lo dejé deglutiendo a placer ....
Tenía aun por delante varias personas antes de llegar a la caja, y aburrido me puse a observar la fila a mi izquierda.
En esa fila, casi frente a la caja, la primer persona estaba vestida con un pantalón, camisa, corbata y saco, el siguiente vestido onda “motoquero”, el que lo seguía era un obrero de la construcción en musculosa y con casco puesto, y atrás de este había uno con uniforme de guardia (de seguridad) ...... me faltaba el indio y eran los “Village People” Uruguayos ..
Cuando ya divagante me preguntaba si lo que ellos cantarían sería el “Bicho Bicho”, a mis oídos (desde mi reproductor de mp3) llegó el conocido: “Young man, there’s no need to feel down. I said, young man, pick yourself off the ground” de los originales Village!!
No llegué a escuchar más. La espontánea carcajada que largué sacudió mi cuerpo como si hubiera recibido una descarga eléctrica y los audífonos se cayeron de mis oídos.
Casi todas las filas se dieron vuelta a mirar al ridículo, que en medio de aquel lugar tan serio, se atrevía a interrumpir la monotonía del ruido de oficina con una carcajada.
Minutos mas tarde llegó mi turno. El cajero tomó mi documento y lo miró al derecho y al revés, como si de la simple observación de mi cédula pudiera deducir si yo estaba cuerdo (por el papelón de la carcajada). Finalmente accedió a pagarme la fortuna que había ido a buscar, previa firma del correspondiente recibo (el cual también chequeó a fondo).
Giré para salir y al cruzarme con mis ex compañeros de la fila derecha los saludé con un leve gesto de cabeza y un “nos olemos en dos meses” ...

Walter Vitureira
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