Buena Onda en Semana de Carnaval

Reflexiones sobre la buena onda de la semana de Carnaval en Montevideo

Algo típico de nuestra ciudad: el quedar "muerta totalmente" el fin de semana largo de Carnaval (y también en cuanto fin de semana largo se arma por correr los feriados).
Este año no ofreció ninguna variante a esa tradición, y en esos 4 días solo volaron unas pocas moscas por Montevideo ....
Agreguemos que las pocas moscas solo volaron Lunes y Martes, ya que Sábado y Domingo las intensas lluvias le sacaron las ganas hasta el mas animado y osado.
Por los 100 mms caídos Ose y el campo se sintieron bendecidos y agraciados, y los acampantes claustrofóbicos putearon hasta en esperanto antiguo acordandose de las madres de Torraca, Cisneros y Ramis (ellas jamás pensaron que lograrían tanta fama gracias a sus hijos meteorólogos).
Lunes y Martes ya con mejor clima, los 4 gatos locos que estábamos en Montevideo aprovechamos para desquitarnos con las últimas horas de playa posibles de este verano que ya se nos va (o ya se nos fue?).
Luego de un fin de semana largo siempre cuesta arrancar, lo sé yo y lo saben Uds., no es ninguna novedad.
Por mas onda que uno le meta al laburo, la noche anterior siempre estas con esa sensación de mierda ... mientras pensas que ya se acabo la joda y el descanso, y que al día siguiente te esperan todos los problemas que dejaste colgados el Viernes anterior más los nuevos que indefectiblemente aparecerán.
Para colmo de males, el Domingo de noche me tuve que meter allá donde no llega el sol varias boletas de "el 5 de Oro" que con su pozo millonario prometía rescatarme del horario de oficina (al feriante que lo saco, por darse a conocer en tv ahora lo van a tener que rescatar de copadores, secuestradores, timadores y estafadores, y también de la manga de cuanto vecino y familiar lejano se le arrime).
Si bien la noche del Martes me presagiaba un Miércoles de aquellos, esa mañana Claudia me desperto de la mejor manera que puede uno desear .... y arranqué el Miércoles con una sonrisa de oreja a oreja (a buen entendedor pocas palabras).
A pesar de que me siempre me voy medio dormido y solo termino de reaccionar ya estando en la oficina, iba tan relajado y con tan buena onda que en todas las personas a mi paso encontraba algo positivo.
Hugo, el portero del edificio, me saludó con su mejor sonrisa (no es que sea antipático, pero muchas veces lo he visto demasiado serio).
Cuando subí al 116 el chofer del ómnibus, que veo practicamente a diario y que siempre tiene cara de lápida, al verme subir los 3 escalones me dedicó una sonrisa. Epa, que buena onda!!, pensé enseguida,y le devolví su cortesía con un movimiento de cabeza y una media sonrisa.
Pagué el boleto y luego me senté frente al guarda del bus, en el primer asiento disponible luego del asiento lateral conocido como "asiento de los bobos" (mantengan la ubicación en mente). 
Luego de sentarme el guarda tambien me dedicó una leve sonrisa (increíble!!! si este guarda es un gallego amargado al que siempre se lo ve caracúlico y frustrado por su rutinario trabajo). Correspondí nuevamente la sonrisa con mi leve movimiento de cabeza y la media sonrisa.
Me quedé pensando que importante es salir con buena onda, como realmente se transmiten esas vibraciones a los demás y uno obtiene por respuesta lo mismo que envía.
Realmente estaba asombrado que a pesar de tener que trabajar esos 3 días restantes de la semana (en la que la mayoría de los uruguayos siguen de vacaciones), tanto el chofer como el guarda como yo mismo, estabamos con buena onda.
No les voy a mentir diciendo que pasé todo el trayecto reflexionando sobre las buenas vibraciones, sobre el como encarar la vida desde otra perspectiva y sobre como ser un hombre positivo. A los 5 minutos de estar sentado ya estaba dormido y me desperte como siempre: un par de cuadras antes de donde siempre desciendo del ómnibus.
Ya en la oficina, todos los que no estábamos de licencia, bromeábamos sobre lo que nos perdimos con el 5 de Oro, sobre como sería el día de trabajo sin gente en Montevideo, etc etc.
Todos con excelente humor y disposición, siempre con una sonrisa para conmigo.
Incluso el Director Comercial pasó varias veces frente a mi escritorio, y sin ningún comentario me dedicó varias sonrisas.
Seguía asombrado y cada vez más convencido que solo hace falta ponerle muchas ganas y buena onda al día, para que éste se plantee como uno lo desea.
El día pasó sin muchas novedades (por la ausencia de gente en Montevideo) y los problemas que se sucitaron los encaré y solucioné con la mejor onda,tal como había arrancado el día.
Llegaron las 1830hrs y como era de esperarse todos volamos de la oficina (las calles de Montevideo semi-desiertas).
Al llegar a casa comencé a cambiarme de ropa, aún con la mejor onda y buenas vibras, para ir a clase de taekwondo donde me esperaban Claudia y Tiago.
Luego de ponerme el pantalón y remera de entrenamiento, giré para agarrar la ropa que había apoyado encima de la cama.
Ahí se me fué al piso la teoría de la buena onda, las buenas vibras, y de que todo lo que uno da lo recibe igual ...
Encima de la cama: mi camisa (lista para ir al latón de la ropa sucia), mi pantalón (esperando ser colgado en su percha), y mis medias; una azul y otra gris
Rápidas imágenes se sucedieron en mi cabeza: la sonrisa del chofer del ómnibus, la sonrisa del guarda y las continuas sonrisas del Director Comercial.
No se sonreian conmigo .... se reian de mi.
Al finalizar la clase de taekwondo, me quedé unos minutos extras pateando la bolsa ... sacando toda esa mala onda!!!
Hoy para vengarme de todos, fui a trabajar sin medias.

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