Susto en Paysandú - Semana de la Cerveza

Susto en Semana de la Cerveza - Paysandú

Semana Santa 1992 – Ninguno de los 4 había ido antes en “Semana Santa” a Paysandú, ciudad en la que se celebraba la tradicional “Semana de la Cerveza”.
Mi único recuerdo de Paysandú era una fotografía en la que a mis 5 años me tomaron con toda la cara manchada por devorarme a “mano limpia” un postre Chajá.
Y siendo más exacto, creo que ninguno de mis amigos; Gustavo, Alvaro o Fernando jamás había ido a Paysandú.
Salimos de mañana muy temprano en mi Ford Corcel, con destino a la capital Sanducera.
Como nuestra única referencia en ruta era un descolorido mapa de nuestro país, recortado de la base de una caja de Serranitos de la Confitería Irisarri, nuestro arribo a Paysandú fue a media tarde (dentro de todo nuestro sentido de la orientación no anduvo tan mal).
Para hacer honor a la celebrada semana, durante todo el trayecto en auto fuimos tomando ... mate.
Mate amargo con bizcochos, y además siempre respetando los límites de velocidad y normas de tránsito (esta explicación la agrego solo por si mi relato cae en manos de algún funcionario de Policía Caminera).
Para hacer más ameno el viaje charlábamos, cantábamos desafinadamente y contábamos chistes. El chiste premiado con más carcajadas fue el siguiente:
“En un zoológico en el mayor momento de afluencia de visitantes un empleado descubre que la jaula del león estaba mal cerrada y que el mismo se había escapado ...
A los gritos el hombre alerta al público de la fuga de la fiera y ahí empieza el desastre ..... el león, el león!!!!
La gente presa del pánico corre en todas direcciones y comienzan a subirse a la copa de los árboles más cercanos.
Los que ya se sentían a salvo en las alturas miraban hacia abajo a la gente huyendo y de pronto descubren a un minusválido en su silla de ruedas también tratando de huir.
Nerviosos sin saber como ayudarlo comienzan a gritar: “el paralítico, el paralítico!!!”
Entonces el minusválido, transpirando a más no poder, con desesperación responde a los gritos: “Hijos de puta!! Déjenlo que él elija solo ...”
Volvamos a nuestro arribo a Paysandú a media tarde ....
En el centro de la ciudad encontramos una Oficina de Turismo de la Junta Local y entramos a preguntar por la ubicación del camping.
El funcionario que nos atendió, casi riéndose por nuestra consulta, nos informó que la zona de camping hacía mucho más de una semana que estaba bajo las aguas del Río Uruguay, debido a la gran creciente que había cubierto gran parte del litoral.
Siguió ampliando la mala noticia informándonos que los hoteles se encontraban todos completos y no quedaba lugar para hospedarse ni siquiera en una pensión de mala muerte.
Como un alojamiento que no fuera en carpa estaba por fuera de nuestro presupuesto, esta última información no nos molestó en lo más mínimo.
Luego de las malas noticias, el funcionario pasó a darnos las buenas: varios vecinos de la ciudad enterados de que el camping no estaba disponible habían llamado ofreciendo sus jardines, terrenos o fondos a potenciales acampantes.
Solo quedaban 2 direcciones de vecinos con lugares disponibles y el funcionario improvisó en un papelito arrugado una especie de planito para llegar a ellas. Una vez allí deberíamos negociar con el dueño de casa el costo de la instalación de la carpa.
La primer dirección era en una zona bien alejada de la ciudad, y cuando llegamos a ella nos encontramos con una casa muy humilde.
El espacio verde que nos ofrecían era en el fondo de la destartalada casa.
El principal problema para quedarnos allí era que si salíamos de juerga no podríamos volver a la carpa luego de las 22hrs (hora en que se acostaban), y solo nos abrirían la puerta en la mañana a partir de las 0830hrs (hora en que se despertaban a matear).
Nosotros habíamos ido a Paysandú especialmente a disfrutar de la vida nocturna de la ciudad en esa semana, por lo que la instalación de la carpa allí quedaba descartada.
Por más que dimos vueltas no logramos dar con la segunda dirección y decidimos volver a la Oficina de Turismo de la Junta Local.
El funcionario ahora nos esperaba con noticias frescas ...
Para solucionar en parte el tema del alojamiento de los turistas que estaban llegando a la ciudad, habían autorizado excepcionalmente a instalar carpas en el espacio verde del zoológico de la ciudad.
Nos debíamos apurar y salir hacia allí rápidamente ya que en dicho zoológico el área verde destinada normalmente a realizar picnics tenía espacio como máximo para 8 o 10 carpas.
Al llegar al Zoo debíamos preguntar por Fernández.
Con un nuevo plano improvisado en un papelito más arrugado que el anterior, salimos en busca del zoológico y de Fernández.
En el camino hacia nuestro futuro alojamiento Gustavo comento: “Mirá si el león se escapa mientras estamos durmiendo!” a lo que todos respondimos con estruendosas carcajadas ..
Llegamos y vimos que el predio del zoológico se encontraba cercado por un tejido de alambre y el acceso principal protegido por un portón de madera muy al estilo de una tranquera de estancia.
Del otro lado del portón, parado y tan firme como un guardia inglés en el Palacio de Buckingham estaba Fernández.
Cuando le explicamos que nos enviaban de la Junta Local nos franqueó el acceso y nos señaló hacia donde dirigir el auto para descargarlo e instalar la carpa.
Ya en el espacio verde, mientras nos apurábamos para armar las carpas con la poca luz natural que quedaba, apareció Fernández.
Traía un block para tomar nota de nuestros nombres, de los datos del vehículo y también para ponernos al tanto de las reglas que habían impuesto a los acampantes.
Después de anotar nuestros nombres arrancó con su “speech”:
-
Esta zona verde no contaba con iluminación ni toma corrientes (el lugar no estaba destinado a acampar, ni tampoco estaba previsto que hubiera gente en la noche).
- Solo podríamos encender fuego durante el día en los pequeños parrilleros que habían en ese espacio destinado a picnics y deberíamos evitar dejar bolsas tiradas o mugre.
- Podríamos utilizar los servicios sanitarios que se encontraban en el parque, los que además y por suerte para nosotros, contaban con 2 duchas
- Deberíamos abstenernos de realizar ruido en la noche para no molestar a los animales.
- También para evitar molestias a los animales no podríamos movilizar los vehículos entre las 2100hrs. y las 0900hrs.
- Sí podríamos entrar y salir caminando sin inconvenientes en cualquier horario. Sugería que sacáramos el auto antes de dicha hora y que luego si volvíamos de madrugada lo estacionáramos en la puerta del Zoo (ingresando luego a pie al parque zoológico)
- No podríamos recorrer el área de las jaulas durante la noche, manteniéndonos solo en el área verde destinada ahora a las carpas
- Debido a lo especial de la situación no existiría costo alguno por la utilización de este espacio en el cual habíamos instalado la carpa

Aceptamos las reglas sin chistar, ya que todas ellas nos parecían coherentes y justas.
Estábamos muy cansados como para pretender recorrer el zoológico, y como ya había bajado el sol esperaríamos hasta el día siguiente para conocerlo.
Decidimos turnarnos para ir a las duchas. Como me tocó el segundo turno, aproveché para sacar el auto fuera del predio del zoológico. Lo estacioné del otro lado de la tranquera y volví en penumbras hacia la carpa .
Cuando volvieron de ducharse Alvaro y Fernando nos avisaron que el agua estaba fría ..
Gustavo y yo salimos desde la carpa hacia los baños en total oscuridad, caminando lentamente por el césped. No había luna, y si la había estaba oculta tras las nubes, nos orientaba solamente el haz de luz que se escapaba por la ventanita de la puerta del baño.
Al entrar al baño del zoológico municipal no pudimos más que dejar escapar un suspiro añorando los baños del camping de la Barra del Chuy.
El estado de higiene del baño era el de esperarse de un baño público; asqueroso, hediondo y deplorable .... pero al menos tenia inodoro!!
Las 2 duchas ... eran simplemente 2 caños que salían de la pared casi a la altura del techo, sin roseta alguna.
El agua caía vertical en forma de chorro y no estaba fría, estaba helada!!
Lo problemático no era enjabonarse ya que mojarse las manos y con ellas hacer espuma no costaba tanto. Enjuagarse era lo difícil .....
Lo que decidimos hacer fue correr de un lado a otro del baño, pasando por debajo del chorro solo fracciones de segundo, en las que el jabón y la espuma debían separarse de nuestro cuerpo.
La ducha en esa modalidad nos llevó mas tiempo del previsto e incluso no logramos sacarnos el jabón de varias partes del cuerpo.
Cuando salimos del baño la oscuridad era completa. Ya no teníamos como destino el baño con su pequeño haz de luz, si no que el mismo quedaba a nuestras espaldas.
De nuestras carpas (donde fuera que estuvieran) no salía ninguna luz que nos sirviera de referencia. Arrancamos a caminar más lento que antes, casi con miedo meter el pie en algún pozo , o peor aún de pisar caca ...
Avanzábamos paso a paso, casi “tanteando” el camino y hablando muy bajito (no se porqué los dos asumimos que si hacíamos ruido nos íbamos a caer).
Nuestros pasos no se sentían sobre el pasto y solo escuchábamos lo que creíamos eran sonidos/cantos de pájaros.
A una distancia de unos 15 metros divisamos la silueta muy alta de una construcción, algo así como una jaula, e inmediatamente nos dimos cuenta de que habíamos errado el camino.
Sin decir intercambiar palabras habíamos avanzado quizás 1 o 2 metros más, y fue ahí que distinguimos la oscura silueta de algo que se movía hacia nosotros. En ese mismo momento el sonido de los pájaros cesó y el silencio fue absoluto.
Sea lo que fuere, dicho animal estaba fuera de la jaula y venía de frente hacia nosotros.
Forzando la vista yo percibí que era un cuadrúpedo, cuya altura apenas superaba mi cintura, y cuyo largo estimé en un metro y medio, quizás un poco más. El animal se movía silenciosamente, con sigilo siempre en dirección hacia nosotros .....
Fui presa del pánico y me congelé. No me pude mover ni un centímetro.
Sé que Gustavo pensó lo mismo que yo porque también quedó clavado al piso sin poder moverse. Solo pude mirarlo de reojo. Noté que no movía ni un músculo.
Yo no estaba seguro si ahora el fuerte sonido que escuchaba era el de mi corazón, a punto de salirse por mi boca, o el del corazón de Gustavo que con seguridad estaba en la misma ..
Avanzó 2 metros más y pensé: “hasta acá llegamos Gustavo ..”
Sé que me escuchó porque luego oí sus pensamientos: “fue todo un gusto Walter ..”
Estábamos a punto de cerrar los ojos ... entregándonos al destino, con la bestia de frente a nosotros (a unos 4 metros máximo), cuando de pronto realizó un giro de 90 grados .............. y el cansado pony siguió pastando en otra dirección.
Ya con el animal de costado, ofreciéndonos toda su reconocible silueta fue que nos animamos a llenar de aire nuevamente nuestros pulmones. No hicimos comentarios ...
Ni siquiera tuvimos fuerzas para reírnos.
Poco nos faltó para que tuviéramos que volver a la ducha a higienizarnos.

Walter Vitureira
Primate asustadizo

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